Asilo.
Ayer la conociste, justo después de la clase de yoga, portando su elegancia atemporal, rodeada de familiares a los que ya no volverá a ver.
Sacudió hasta la última fibra de tu oxidado entusiasmo.
Sacaste esa camisa blanca que trajiste al asilo ("¿pero para qué la vas a querer papá? ¿por qué no te llevas algo más cómodo?"), miraste en el espejo tus paisajes de plata y sonreiste.
Bajaste por las escaleras haciendo malabares con el destino, intentando arrebatar a la incertidumbre un encuentro furtivo.
Ahora la miras, es tan lejana, y a la vez es la mujer en todas las mujeres que amaste.
-"Hola".
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