Oda general.
Tienes tantos nombres y a la vez yaces anónima en el prado del deseo.
Eres tantas manos y a la vez se me escapa tu tacto en las aguas del tiempo.
Universal y específica.
Paradójica y cierta.
En la frontera de la razón me robas el cuerpo y lo regresas impregnado de un rabioso anhelo por tus besos.
Infame y piadosa.
Última e invisible.
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