La perla.
El gitano me habló con malicia.
-"¿Entonces no sabes lo que tienes entre las manos?".
-"Sí sé".
-"¿Lo has visto?".
-"No, pero lo sé".
Metió la mano a su bolsillo y sacó un puño de relucientes piedritas albas.
-"¿Sabes qué es esto? , son semillas de marfil de Indonesia, si las tiras sobre la tierra florecerán amantes blancas en la próxima luna llena".
Negué con la cabeza.
Destapó con violencia un viejo baúl de madera.
-"Está bien, eres persistente, aquí traigo el elixir de la eterna juventud cada trago te dará cien años de vida . . . te daré todo el frasco".
Cerré los ojos y apreté contra mí el contenido de mis manos.
Me encaró con sus terribles ojos delineados hasta aplastar su nariz aguileña contra mi rostro.
-"Te he ofrecido los más preciados tesoros y nada has querido".
Elevó sus poderosas manos y estrellándolas en una palmada apocalíptica disolvió el mundo del sueño.
Cuando desperté la perla seguía entre mis manos; pequeña y eterna.
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