Amnesia.
-"Mira hijo voy a ser muy clara"
Su tía lo miró con gravedad.
-"Te puedes quedar en esta casa mientras estudias, pero aquí todos nos tenemos que ganar el pan".
-"Sí tía".
-"¿Sabes hacer algo?".
Una sensación ácida le recorrió el cuello.
-"No".
-"Bueno, entonces vas a cuidar a tu abuelo, es muy tranquilo sólo que está perdiendo la memoria, de repente dice cosas raras, no le hagas caso, procura que esté limpio y que haga sus tres comidas y no habrá problema para que te quedes".
Se levantó y lo condujo hasta el ático donde entró sin llamar.
-"Papá, ¿te acuerdas de Edgar?".
El anciano volteó indiferente. Los últimos rayos de la tarde pintaban su rostro octagenario de un cobre solemne. Miró por encima de los espejuelos y tendió su mano al muchacho.
Él la apretó tímidamente mientras recibía una escueta pero sincera sonrisa.
-"Hola abuelo".
-"Te me haces conocido".
-"Bueno pues yo . . ." volteó a buscar a su tía pero no la encontró.
-"No digas más , trae un cuaderno porque hay algo que te quiero contar".
El muchacho lo miró extrañado, el anciano sonrío francamente.
-"Seguro te dijeron que estoy perdiendo la memoria ¿no?. No te asustes, no la estoy perdiendo, la estoy guardando para algo importante". Se tocó el labio inferior con suavidad.
-"¿Te espantarías si ese algo que guardo en mi memoria fuera un beso?".
-"No".
-"Qué bueno; porque son cien".
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