Carrera.
Conocía cada curva antes de entrar en ella,
algunas eran una espiral inifinita que disolvían el paisaje en manchas danzantes.
Otras , celosas arrastraban las ruedas hacia su vórtice.
Aquella última curva estaba empapada de una siniestra frialdad.
Al verla vio a la muerte.
Cerró los ojos . . . sólo pensó en sus labios.
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