domingo, 27 de julio de 2008

Beso ochenta

Campanita.

Campanita acribilla la noche con su guitarra al hombro. Su rizado cabello es tan largo como su memoria.

Recoge de cada lugar donde canta fragmentos de historias de besos furtivos, de manos nómadas, de complicidades infinitas bajo la oscura manta de las tabernas.

Un día su corazón le dictó una canción sobre una trovadora peregrina y un hombre con ojos de estrella que entraba a su vida por la puerta de un bar y nunca salía de ella.

Animada, esa noche antes de despedirse entonó su íntima canción. Al terminar la última estrofa volteó a la puerta del bar, afuera se sentía la gélida caricia de la madrugada.

Sonrió.

lunes, 21 de julio de 2008

Beso setentainueve

Playa.

Hoy me dices que prescindes de mis besos de arena. Que recoges el tacto de tu espuma de mi piel marina.

Me regalas la nostalgia de un tatuaje, el olvido de la luna.

¡Parte ya! , lleva hasta otra playa la lejanía de tu mirada acuática. En esta se queda la calidez de tu silencio, el naufragio de las promesas rotas . . .

y un corazón sediento por la caricia de otros mares.

Beso setentaiocho

Adiós.

No me gusta sazonar las despedidas.

Pondré tus besos como bolsas de té en el agua del olvido.

Beso setentaisiete

La perla.

El gitano me habló con malicia.

-"¿Entonces no sabes lo que tienes entre las manos?".
-"Sí sé".
-"¿Lo has visto?".
-"No, pero lo sé".

Metió la mano a su bolsillo y sacó un puño de relucientes piedritas albas.

-"¿Sabes qué es esto? , son semillas de marfil de Indonesia, si las tiras sobre la tierra florecerán amantes blancas en la próxima luna llena".

Negué con la cabeza.

Destapó con violencia un viejo baúl de madera.

-"Está bien, eres persistente, aquí traigo el elixir de la eterna juventud cada trago te dará cien años de vida . . . te daré todo el frasco".

Cerré los ojos y apreté contra mí el contenido de mis manos.

Me encaró con sus terribles ojos delineados hasta aplastar su nariz aguileña contra mi rostro.

-"Te he ofrecido los más preciados tesoros y nada has querido".

Elevó sus poderosas manos y estrellándolas en una palmada apocalíptica disolvió el mundo del sueño.

Cuando desperté la perla seguía entre mis manos; pequeña y eterna.