martes, 20 de noviembre de 2007

Beso treintaicinco

El beso perfecto (cuarta parte)

Cuando Arturo salió corriendo para encontrarse con la misteriosa mujer se tropezó con una maleta aún sin vaciar.

En ella había puesto todos los fragmentos de su vida con Mirna cuando lo echó del departamento que compartían. La colocó con cariño sobre una mesa y continuó con su apresurado paso.

Abordó un autobús y se sentó junto a la ventanilla. La velocidad hacía perderse a las personas en manchas deformes. Cuando recuperaban su rostro en alguna parada Arturo se preguntaba si la vida de todos sería como la suya , una interminable tragicomedia.

Una vez delante del viejo portón revisó la dirección una y otra vez. Un helado hormigueo nervioso se clavó detrás de sus oídos. Se disponía a tocar cuando la puerta se abrió sola dejando ver en primer plano una ruinosa escalera. Subió con cautela. Entró en el único cuarto de la casa, pese a su sencillez tenía un aire de encantador equilibrio.

Sentada en una mecedora una anciana miraba por la ventana, sin darle tiempo de anunciar su presencia se dirigió a él.

-"Arturo, he esperado muchos años para darte esto".

Estiró su brazo sosteniendo una antigua foto, Arturo la observó con detenimiento.

-"¿Los reconoces?".

-"Claro que los reconozco , somos Mirna y yo , ¿pero cómo llegó esta foto a usted?".

-"Esa foto me mantuvo viva, fue mi tesoro, ahora regresa a tu lado , de donde nunca debió apartarse".

Con lágrimas en los ojos Arturo salió de nuevo a la calle, tenía en sus manos la foto del beso perfecto, marcó por su teléfono móvil el número de su nuevo cliente.

-"Dígale al señor que ya tengo su foto".

-"Ha estado preguntando por ella , apúrese que está muy enfermo".

Sus pensamientos se perdieron en un largo tono de marcar.