El beso perfecto (Tercera parte)
No pudo evitar reír. Tal vez se estaba volviendo tan excéntrico como su nuevo cliente. Malabareó la réplica de la estatua mientras miraba por la ventana.
"Mira que gastar tanto en esta porquería" - pensó-. Lo invadió la nostalgia, tal vez por eso Mirna lo había dejado, nunca pensaba las consecuencias de sus actos.
Hizo un minucioso escrutinio de la pieza, en la parte inferior encontró la siguiente leyenda.
"Hecho en México 1955".
Dejó la réplica sobre la mesa mientras daba un lago sorbo a su cerveza. Se sumergió en sus memorias.
El repicar del teléfono lo hizo dar un abrupto salto y tirar la escultura al piso haciéndola trizas. Valía la pena si era Mirna, pero desconocía el número. Cuando contestó ya habían colgado.
De entre los despojos de la estatua recogió un pedazo de papel que sólo tenía escrito con crayón rojo: tu.beso.1955@gmail.com
¿Una dirección de correo electrónico en una réplica hecha hace 50 años?¿"tu beso"?¿Qué quería decir todo esto? Siempre tomaba a la ligera sus pensamientos, así que encendió la computadora y agregó el correo electrónico a sus contactos ¿existiría?. Inmediatamente apareció en línea.
Escribió:
-"Hola te parecerá raro que te agregue".
-"En lo absoluto".
-"Es que encontré tu email".
-"Sé donde lo encontraste, pero si quieres saber por qué llámame".
-"Dame tu número".
-"Ya lo tienes".
Inmediatamente se desconectó.
Una helada sensación recorrió la espalda de Arturo. Tomó su teléfono y miró con espanto el último número registrado.
No pudo evitar reír. Tal vez se estaba volviendo tan excéntrico como su nuevo cliente. Malabareó la réplica de la estatua mientras miraba por la ventana.
"Mira que gastar tanto en esta porquería" - pensó-. Lo invadió la nostalgia, tal vez por eso Mirna lo había dejado, nunca pensaba las consecuencias de sus actos.
Hizo un minucioso escrutinio de la pieza, en la parte inferior encontró la siguiente leyenda.
"Hecho en México 1955".
Dejó la réplica sobre la mesa mientras daba un lago sorbo a su cerveza. Se sumergió en sus memorias.
El repicar del teléfono lo hizo dar un abrupto salto y tirar la escultura al piso haciéndola trizas. Valía la pena si era Mirna, pero desconocía el número. Cuando contestó ya habían colgado.
De entre los despojos de la estatua recogió un pedazo de papel que sólo tenía escrito con crayón rojo: tu.beso.1955@gmail.com
¿Una dirección de correo electrónico en una réplica hecha hace 50 años?¿"tu beso"?¿Qué quería decir todo esto? Siempre tomaba a la ligera sus pensamientos, así que encendió la computadora y agregó el correo electrónico a sus contactos ¿existiría?. Inmediatamente apareció en línea.
Escribió:
-"Hola te parecerá raro que te agregue".
-"En lo absoluto".
-"Es que encontré tu email".
-"Sé donde lo encontraste, pero si quieres saber por qué llámame".
-"Dame tu número".
-"Ya lo tienes".
Inmediatamente se desconectó.
Una helada sensación recorrió la espalda de Arturo. Tomó su teléfono y miró con espanto el último número registrado.