jueves, 6 de septiembre de 2007

Beso treintaicuatro

El beso perfecto (Tercera parte)

No pudo evitar reír. Tal vez se estaba volviendo tan excéntrico como su nuevo cliente. Malabareó la réplica de la estatua mientras miraba por la ventana.

"Mira que gastar tanto en esta porquería" - pensó-. Lo invadió la nostalgia, tal vez por eso Mirna lo había dejado, nunca pensaba las consecuencias de sus actos.

Hizo un minucioso escrutinio de la pieza, en la parte inferior encontró la siguiente leyenda.

"Hecho en México 1955".

Dejó la réplica sobre la mesa mientras daba un lago sorbo a su cerveza. Se sumergió en sus memorias.

El repicar del teléfono lo hizo dar un abrupto salto y tirar la escultura al piso haciéndola trizas. Valía la pena si era Mirna, pero desconocía el número. Cuando contestó ya habían colgado.

De entre los despojos de la estatua recogió un pedazo de papel que sólo tenía escrito con crayón rojo: tu.beso.1955@gmail.com

¿Una dirección de correo electrónico en una réplica hecha hace 50 años?¿"tu beso"?¿Qué quería decir todo esto? Siempre tomaba a la ligera sus pensamientos, así que encendió la computadora y agregó el correo electrónico a sus contactos ¿existiría?. Inmediatamente apareció en línea.

Escribió:

-"Hola te parecerá raro que te agregue".
-"En lo absoluto".
-"Es que encontré tu email".
-"Sé donde lo encontraste, pero si quieres saber por qué llámame".
-"Dame tu número".
-"Ya lo tienes".

Inmediatamente se desconectó.

Una helada sensación recorrió la espalda de Arturo. Tomó su teléfono y miró con espanto el último número registrado.

martes, 4 de septiembre de 2007

Beso treintaitrés

El beso perfecto (segunda parte).

"Hola Bonita:

Vine a verte , pero nuevamente no estabas. ¿Dónde te metes? tengo algo muy bueno qué contarte. Espero me llames.

Te ama: Arturo".

Arrojó el papel por debajo de la puerta. Hacia meses que Mirna, su exnovia, esquivaba cualquier contacto con él. Cansada de la vida errante de un fotógrafo decidió iniciar una relación con un corredor de bolsa. Arturo pensaba que no era feliz así que no cejaba en su intento por tener noticias de ella.

Volvió a su casa caminando. En varias ocasiones pensó en capturar a la primer pareja que encontrara, pero decidió esperar a saber más de su extravagante cliente.

Encontró toneladas de información sobre la vida del anciano en Internet: uno de los hombres más ricos del mundo, dueño de innumerables medios de comunicación. La posesión de uno de ellos (una revista de nota roja) causó el rompimiento definitivo con sus dos hijos quienes lograron, tras un largo litigio, quedarse con la administración de la publicación. Escuchó un grito en la calle :

-"Juliaaaa, no te vayas".

Un joven en uniforme de secundaria corría tras una muchacha. Ella se detuvo delante de él y se miraron fijamente.

Arturo pensó que no había mejor beso que el de la inocencia, tomó su cámara y a toda velocidad bajó las únicas escaleras que lo separaban de la entrada del edificio. Colocó el lente de aumento y enfocó hacia donde los labios de los jóvenes estaban a punto de unirse. En ese momento entraba un hombre a la tienda de antigüedades en el otro lado de la acera. Lo que llevaba en las manos heló su sangre...

Era la réplica de una escultura de Rodin: el beso.

Beso treintaidós

El beso perfecto (Primera parte)

Tenía dudas. Prendió un cigarrillo mientras esperaba en la antigua sala de estar. ¿Para qué querría un multimillonario a un fotógrafo profesional?.

Un retrato personal, eso debía ser. El poder conducía tarde o temprano a la egolatría. Miró su larga barba en el reflejo del cristal que protegía un diploma escrito en inglés.

-"Adelante por favor". Se arrastró una voz desde el interior del despacho.

Apagó el cigarro, se arregló el cabello largo y poniéndose el estuche de la cámara en el hombro entró al elegante privado.

-"Espero no le haya molestado la espera, el tiempo es un bien precioso que no poseo en abundancia".
-"No es difícil imaginarlo".
-"Se preguntará porqué lo he mandado llamar. Bien, intentaré ser directo. Como es evidente no soy un hombre joven. En todos estos años mis ojos han visto las imágenes más bellas que el mundo puede ofrecer. Atardeceres derramándose sobre el Taj Mahal, amaneceres en África, mágicas madrugdas en París". Los ojos del anciano miraron hacia el cielo, prosiguió :

-"Usted está aquí para traerme la única escena de la que no he sido testigo -garraspeó- , quiero que busque en toda la ciudad, en todo el mundo si es necesario un beso perfecto, que lo fotografíe y me lo traiga".

-"¿Un beso?".

-"¿Suena raro cierto?, pero le aseguro que si trae para mí el beso perfecto, nunca más necesitará tomar una fotografía por dinero".

-"¿Cuánto tiempo tengo?".

-"El necesario. Cuando tenga la imagen se dará cuenta que fue el beso el que lo encontró a usted".

Se despidieron rápidamente.

El anciano no era egocéntrico, estaba completamente chiflado, o de plano había resultado lo suficientemente morboso para pagar por fotos de parejas besándose.

Tomó un autobús riendo de sus propios pensamientos.

Veinte minutos después bajó delante de un edificio blanco, tocó el timbre 302, su corazón se aceleró.